El Trastorno del Espectro Autista (TEA), es un trastorno del neurodesarrollo, según la última clasificación internacional denominada Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders-5 (DSM-5) y genera limitaciones en áreas a nivel personal, social, académico y laboral, entre otras.
Se denomina espectro, debido a que corresponde a un abanico amplio de características que afectan de distinta medida a la interacción con la sociedad, la comunicación y con un repertorio restringido de actividades e intereses. Se puede acompañar o no de discapacidad intelectual, alteraciones del lenguaje, afecciones médicas o genéticas y trastornos del neurodesarrollo, entre otros.
Su severidad se clasifica según los ayudas que requiere, desde un nivel 1 donde necesita ayuda, nivel 2 necesita ayuda notable y nivel 3 donde requiere ayuda muy notable.
Este diagnóstico en menores, nos asusta como padres, generando múltiples desafíos, representando además un impacto familiar a nivel emocional, económico y cultural. Los padres de niños con TEA presentan cuatro periodos críticos a lo largo del camino: cuando reciben el diagnóstico, a nivel escolar con las limitaciones que presenta el niño y facilidades debe este tener con los equipos de trabajo y la adolescencia y su proceso de madurez.
Es importante que el menor reciba todas las ayudas necesarias según la severidad que presenta, por lo que se hace necesario un diagnóstico temprano y oportuno. Ésta puede incluir médicos, psiquiatras, neurólogos, psicólogos, terapeutas ocupaciones, educadores diferenciales y Fonoaudiología, entre otras opciones, de acuerdo al caso.